Por: Carola Pozo Cortez
Añadir leyenda |
Etimológicamente dislexia significa “dificultad para leer”, término utilizado en la Neurología y la Psicopatología, sin embargo, bajo el nombre genérico de dislexia se ha englobado a casi todo tipo de dificultad en el aprendizaje de la lectura sea cual fuere la causa.
Especialistas y clínicas Psicopedagógicas se multiplican poniendo en evidencia un conjunto de dificultades experimentadas por el niño en su escolaridad que conllevan fracasos difíciles de justificar.
La aparición del término dislexia, asimilado al concepto de enfermedad, de asunto que debe ser tratado solo por especialistas, ha llevado a más de un educador a refugiarse en dicho termino, haciendo caso omiso a las llamadas de auxilio que indirectamente realizan los alumnos con dificultades en el aula.
La dislexia en muchos ámbitos es visto como una palabra contaminada, como una patología, como una enfermedad.
Pero el mayor peligro es cuando existe la posibilidad de que un maestro, frente a niños con ciertas dificultades para el aprendizaje de la lecto-escritura, fracase, o, recurra a la cómoda y fácil explicación: “ y bueno, son disléxicos, este tema no es de mi competencia” y de esta forma desembarazarse llanamente de esa responsabilidad.
Un gran número de niños fracasan en clase; pero es imperativo investigar por qué lo hacen. Algunos fracasan porque su capacidad intelectual es insuficiente, otros porque tienen dificultades afectivas predominantes que impiden una normal evolución de las adquisiciones escolares, otros, de buena o muy buena inteligencia, presentan una personalidad organizada de una manera particular, que podría calificarse como “personalidad disléxica”.
Muchos Gabinetes Psicopedagógicos están sobrecargados de falsos problemas, de casos que no deberían ser admitidos y se encuentran allí porque simplemente nadie se ocuparía de ellos. Lo altamente recomendable y beneficioso sería que aquellos casos posibles de recuperación escolar (nivelación) sean tratados en la escuela que es donde corresponde, y que los diagnósticos severos sean dados por la escuela con idoneidad.
En conclusión, no es posible designar con un mismo epíteto (dislexia) a todos los fracasos escolares; estos son numerosos en sus manifestaciones, sus causas y sus tratamientos y bajo ningún punto de visto la dislexia, debe ser vista como una enfermedad y tratada como tal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario